lunes, 12 de diciembre de 2011

Versos para una isla. Orlando Andrade

Imagen de Joan Mercadal


"No puedo vivir en una isla de prosperidad,cuando estoy rodeado de un mar de miserias".
Ayrton Senna





La casa

La casa echa aguas
presta ciertos líquidos al exprimirla
al destinarle el ojo de los huracanes.
Te odio barrio que desbordas por las cuatro esquinas
revientas la luz o la tuerces
tus mujeres se desmarcan
de los corredores de fondo
tu patria no existe o ya se fue abajo
no estaba apuntalada
no tenía el consenso del consejo de vecinos.
El cinco de julio cumplo 14 años
y mi pastel será de polvo
como cualquier viento de Cuaresma
afuera habrá una mujer famosa llamada escándalo
se idiotizará la fe con un par de tambores
gente que desconozco reirá de nuestra vertical
volverán a decir como hace un año
se inclina se inclina se inclina
se ladea peligrosamente.
Te odio barrio por tu rampa indiscreta
porque por ti caminan los jóvenes cabizbajos
tras el rumbo de las albañales formas.
Odio a las putas evidentes
las que no saben contener sus instintos
como los perros de Pavlov.
Te odio barrio con relativa parsimonia
porque a la permuta le faltan firmas
y durante el proceso suelen ocurrir
los infartos más terribles.




El cinco de julio

A fuerza de escarbar en los cuerpos
los niños me recuerdan una pequeña ciudad acanalada.
Flotan los perros muertos en la bahía:
de pulgas estaba hecho el mundo.
Flotan los desmanes que surgen
en medio kilo de pescado podrido al viento
con la sal que recogen para la vida y para después
para flotar la muerte.
Vendrán los nuevos negros a consumir su baile
y renovarán en mi salud las usurpaciones.
Los cerdos se arrastrarán. No me refiero a un hombre solo.
Las frutas pasarán volando hacia el laberinto cárdeno.
El país negro es una pereza enredada en un clavel no nacido.
Cualquier fuerza es un saxo sembrado contra el viento.
Las alturas.
Las alturas.
Los oídos estallan.
Pon el pie derecho en el peldaño
arriba espera Dios
abanicándose.
La música de moda. Las casas. Estuve solo.
Contra el mar y contra el viento estuve solo.
En todos los caminos me figuré el sexo de las mujeres
las vulvas que cualquiera llama a viva voz por su nombre de pila.
El sexo se comparte con las multitudes
y así todos conocen dos modos de llamar a una muchacha.
Las camionetas con el olor nacional.
El fuego que embiste toda boca inerte.
El cinco de julio cumplo 26 años
y mi pastel será de humo de niño
de cualquier instrumento que les sobre.
Me gustaría ser un titán
para llevarme la casa a mi país
donde las paredes cuestan un trono.
Soy yo.
Todavía soy yo.
Cualquier dios lo sabe.


Imagen de Joan Mercadal


Las emisoras

A los niños no se les puede contemplar el sueño
porque despiertan y miran el amanecer.
Mi hija está en camino.
Una mujer está encerrada.
El agua vuelve a los contenes y lloro:
¿por qué siempre el agua?
¿por qué siempre ante mi puerta corren las aguas más turbias?
Los golpes del chapistero estremecen la pared
cambian los canales del televisor. Escuchamos radio.
Los golpes dicen:
…me envolverán las sombras
cuando tú te hayas ido
con mi dolor a solas…
El embarazo de una mujer se reparte
se contrae
es una pelota masturbada.
Compartimos una lección de pintura con los vecinos
donde siempre salimos dibujados hasta el cuello
nos decapitan cada noche con el pincel afilado.
Las emisoras nos delatan
surten el efecto de los policías escondidos en la maleza
que al salir ya saben todos nuestros planes.
Los golpes vuelven a decir:
…fueron tus manos o tu voz
fue quizás la impaciencia
de tanto esperar…


lunes, 5 de diciembre de 2011

Ligero de equipaje,como los hombres que van al mar. Nicolás Guillén




"...Quisiera hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la primavera..."
Nicolás Guillén








No hay martirio más grande que el hondo desconsuelo
de suspirar ausente de los paternos lares,
y deshojar la rosa negra de los pesares
bajo la indiferencia de otro sol y otro cielo.


Oír voces extrañas que nunca uno ha escuchado;
no encontrar un amigo, ni hallar una alegría
y sentirse embriagado de esa melancolía
que al recordarse dejan los tiempos que han pasado.


No hallar a nuestro paso ni una rosa siquiera
que ponga su fragancia sobre nuestro doliente
corazón-golondrina sin luz ni primavera-.


Y llamar al futuro, lejano, incierto y frío,
igual que si llamáramos, desesperadamente
asomados al fondo de un ataúd vacío.
Nicolás Guillén









La tarde pidiendo amor...

La tarde pidiendo amor.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.

Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.

No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
Nicolás Guillén





Señor Don Nicolás Guillén- Habana

Hace ya tiempo, señor mío y compañero, desde que recibí y leí -apenas recibido- su Sóngoro cosongo, que me propuse escribirle.Después lo he vuelto a leer -se lo he leído a amigos míos- y he oído hablar de usted a García Lorca. No he de ponderarle la profunda impresión que me produjo su libro, sobre todo "Rumba", "Velorio de Papá Montero" y los "Motivos del son". Me penetraron como a poeta y lingüista.La lengua es poesía.Y más que vengo siguiendo el sentido del ritmo, de la música verbal, de los negros y mulatos.No sólo en los poetas negros americanos, que gusto con fruición, sino hasta en los que cantan en papiamento   
-lengua, como sabe, de los de Curaçao- que he aprendido.Es el espíritu de la carne, el sentimiento de la vida directa, inmediata, terrenal.Es, en el fondo, toda una filosofía y toda una religión.Usted habla, al fin del prólogo, de "color cubano".Llegaremos al color humano, universal o integral.La raza espiritual humana se está siempre haciendo.Sobre ella incuba la poesía.Y pues que usted dice:"nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros", quiero enviarle aquí una cosilla que escribí el 5 de enero del año pasado, 1931, cuando no conocía su libro.Dice:

Bienaventurados los que lloran,
porque ellos se reirán.
Melchor, Gaspar, Baltasar,
tres magos;Baltasar negro;
noche negra, van los magos
y el negro mirando al cielo
de las estrellas se ríe,
y la blanca luna, espejo
se le ríe, se le ríe,
y el Niño, al ver mago negro
se echa a reír, y su risa
mece el pesebre del cielo.
Risa pura, luna llena,
funden las nieves del suelo.
Conquistarán nuestra tierra
con risa pura de negros:
con risa que es solo risa...
Dios les aguarda riendo;
magia de risa les cría,
noche negra, Dios sin ceño...
Dichosos los que se ríen,
que dormirán sin ensueños!
                 Día de Magos de 1931

Y nada más... por ahora.
Aquí me tiene, ahora en Madrid, en este Parlamento, y regularmente en mi Salamanca.
Le tiende la mano como a un compañero de ensueños,
                 Madrid, 8 VI, 32
Miguel de Unamuno


Esta es una de las cartas que Nicolás Guillén recibió de Miguel de Unamuno, publicada en el libro de memorias "Paginas vueltas" de Nicolás Guillén.  

domingo, 4 de diciembre de 2011

Alguien a quien recordar. Rubén Gónzalez




Uno debe hacer lo que le agrada, porque de lo contrario te sientes mal y el trabajo no sale bien, o padeces haciéndolo.
Rubén Gónzalez




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal


Estas imágenes fueron realizadas por el fotógrafo cubano Luis Quintanal, en uno de los conciertos que Rubén Gónzalez ofreció en el teatro Karl Marx de La Habana. Desde aquí quiero agradecer la amabilidad de Luis por haberme permitido darle luz ,por primera vez, a estas bellas imágenes del "hombre del piano" .
















Testamento del Pez. Gastón Baquero

Imagen de Desiree Dolron


TESTAMENTO DEL PEZ

Yo te amo, ciudad,
aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
aunque soy en tu olvido una isla invisible,
porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
yo te amo, ciudad.

Yo te amo, ciudad,
cuando la lluvia nace súbita en tu cabeza
amenazando disolverte el rostro numeroso,
cuando hasta el silente cristal en que resido
las estrellas arrojan su esperanza,
cuando sé que padeces,
cuando tu risa espectral se deshace en mis oídos,
cuando mi piel te arde en la memoria,
cuando recuerdas, niegas, resucitas, pereces,
yo te amo, ciudad.



Yo te amo, ciudad,
cuando desciendes lívida y extática
en el sepulcro breve de la noche,
cuando alzas los párpados fugaces
ante el fervor castísimo,
cuando dejas que el sol se precipite
como un río de abejas silenciosas,
como un rostro inocente de manzana,
como un niño que dice acepto y pone su mejilla.

Yo te amo, ciudad,
porque te veo lejos de la muerte,
porque la muerte pasa y tú la miras
con tus ojos de pez, con tu radiante
rostro de pez que se presiente libre;
porque la muerte llega y tú la sientes
cómo mueve sus manos invisibles,
cómo arrebata y pide, cómo muerde
y tú la miras, la oyes sin moverte, la desdeñas,
vistes la muerte de ropajes pétreos,
la vistes de ciudad, la desfiguras
dándole el rostro múltiple que tienes,
vistiéndola de iglesia, de plaza o cementerio,
haciéndola quedarse inmóvil bajo el río,
haciéndola sentirse un puente milenario,
volviéndola de piedra, volviéndola de noche,
volviéndola ciudad enamorada, y la desdeñas,
la vences, la reclinas,
como si fuese un perro disecado,
o el bastón de un difunto,
o las palabras muertas de un difunto.

Yo te amo, ciudad,
porque la muerte nunca te abandona,
porque te sigue el perro de la muerte
y te dejas lamer desde los pies al rostro,
porque la muerte es quien te hace el sueño,
te inventa lo nocturno en sus entrañas,
hace callar los ruidos fingiendo que dormitas,
y tú la ves crecer en tus entrañas,
pasearse en tus jardines con sus ojos color de amapola,
con su boca amorosa, su luz de estrella en los labios,
la escuchas cómo roe y cómo lame,
cómo de pronto te arrebata un hijo,
te arrebata una flor, te destruye un jardín,
y te golpea los ojos y la miras
sacando tu sonrisa indiferente,
dejándola que sueñe con su imperio,
soñándose tu nombre y tu destino.
Pero eres tú, ciudad, color del mundo,
tú eres quien haces que la muerte exista;
la muerte está en tus manos prisionera,
es tus casas de piedra, es tus calles, tu cielo.

Yo soy un pez, un eco de la muerte,
en mi cuerpo la muerte se aproxima
hacia los seres tiernos resonando,
y ahora la siento en mí incorporada,
ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
me estoy quedando a solas con mi alma,
siento cómo la muerte me mira fijamente,
cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
cómo habita mi estancia más callada,
mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.

Yo no quiero morir, ciudad, yo soy tu sombra,
yo soy quien vela el trazo de tu sueño,
quien conduce la luz hasta tus puertas,
quien vela tu dormir, quien te despierta;
yo soy un pez, he sido niño y nube,
por tus calles ciudad yo fui geranio,
bajo algún cielo fui la dulce lluvia,
luego la nieve pura, limpia lana, sonrisa de mujer,
sombrero, fruta, estrépito, silencio,
la aurora, lo nocturno, lo imposible,
el fruto que madura, el brillo de una espada,
yo soy un pez, ángel he sido,
cielo, paraíso, escala, estruendo,
el salterio, la flauta, la guitarra,
la carne, el esqueleto, la esperanza,
el tambor y la tumba.

Yo te amo, ciudad,
cuando persistes,
cuando la muerte tiene que sentarse
como un gigante ebrio a contemplarte,
porque alzas sin paz en cada instante
todo lo que destruye con sus ojos,
porque si un niño muere lo eternizas,
si un ruiseñor perece tú resuenas,
y siempre estás, ciudad, ensimismada,
creándote la eterna semejanza,
desdeñando la muerte,
cortándole el aliento con tu risa,
poniéndola de espalda contra un muro,
inventándote el mar, los cielos, los sonidos,
oponiendo a la muerte tu estructura
de impalpable tejido y de esperanza.

Quisiera ser sombra entre tus calles
una sombra cualquiera, un objeto, una estrella,
navegarte la dura superficie dejando el mar,
dejarlo con su espejo de formas moribundas,
donde nada recuerda tu existencia,
y perderme hacia ti, ciudad amada,
quedándome en tus manos recogido,
eterno pez, ojos eternos,
sintiéndote pasar por mi mirada
y perderme algún día dándome en nube y llanto,
contemplando, ciudad, desde tu cielo único y humilde
tu sombra gigantesca laborando,
en sueño y en vigilia,
en otoño, en invierno,
en medio de la verde primavera,
en la extensión radiante del verano,
en la patria sonora de los frutos,
en las luces del sol, en las sombras viajeras por los muros.

Gastón Baquero

lunes, 28 de noviembre de 2011

La Única. Rita Montaner





Rita canta
con manillas 
de oro
Rita come 
guayabas 
maduras
Rita galopa
en una nube 
de agua..
Rita Aurelia,
transparente, 
insomne, 
golpeando
inaugurando
la eternidad, 
lo imposible.
La canción 
sencilla, nacional, vuela y canta...
Rita, colérica, 
golpea el paño 
de la noche
con una mano
de fuego.

Gilberto Valdés































domingo, 20 de noviembre de 2011

In memoriam. Elena Tamargo





Habanera yo

Soy otra vez muchacha en el invierno
y nadie me regala una gardenia.
Pero el regreso de mis lunas
ahíjo taciturna del fondo de la calle
 casi feliz, aletargada
bajo esta piedra roja.
Retozo como un campo florecido
es la herencia adecuada de una mujer despierta
un sueño desprendido del cuerpo que lo ha usado.
Los lirios de Rosita
mis únicos testigos
esperan la lechuza
en el silencio mío del oeste.
Vuelvo en la medianoche de este invierno
acércate a escuchar mi tambor y mi oboe
acércate con riesgo de hechizarme.
Ciudad, ciudad
no mates mi manía de ser bella
de pasearme desnuda y cepillarme el pelo.
Ciudad con pajaritos y cisternas
el probable lugar donde acabó una historia.
Ay, mi ciudad
 mi pasto
mi sitio recurrente
a la hora en que duermen las palomas.
Ciudad que has bendecido mis vigilias
arrástrame hacia el mar
sin farolas ni víctimas
con algas en mi pelo
y en tu pelo de sal.






Mar de mi patio

Y si llegaras mar
cuando mi cuerpo fuera tierra arada
y lloviera en mis ojos?
Alga y sal de prusia calentura
¿no te crecen las uñas?
Te veré frente a frente
presa en tus quemaduras, levantando las cejas
dejando ver los ojos con esa indiferencia.
Cómo tú eras cuando yo te elegí.
Diosa naciendo y destronando diosas
si tú al verme fijaras la mirada.
Ven hacia mí, no tardes
puedo perder las fuerzas.
Estoy sola bailando y en mi musgo
me pisan miles de pies desesperados.
Sácame este mareo
este jilguero tosco que custodia mi blanco
esta brújula adivinando el este.
Si te demoras se deshace mi estatua
este cuerpo que danza maravillosamente.
–¿Qué hora es que no llegas
perfumando las calles con tus pescados frescos?–
Mar de mi patio, mar atormentado
lo que me duele
es que mis días
se vuelvan más y más de tierra.






El último poema del año del alma

El año en que amaba
alguien tenía mis ojos
los llevaba en las manos como anillos
como pedazos de zafiros
los cuidaba desde que se habían cerrado.
Él ganaba y perdía, pero no se asomaba a las ventanas
guardaba lo demás como mis ojos
las actas, su nombre, la peor de sus horas.
Los tulipanes en Moscú lo habían decapitado
y desde entonces bebíamos juntos leche negra del alba.
Bebíamos y bebíamos
del cántaro y del cráter
y también de mi mano,
mas lo que ahora se hunde, a quién le pertenece
rosa de quién si nadie me moldea,
fuimos serenos floreciendo y ya
rosa de nadie.
Quiero mejor ser leña de un hogar
y calentar la leche de los niños,
porque esos ojos míos del ochenta y siete
que él cuidaba
están bajos
llorando
cansados de no poder dormir en las camas donde nos acostamos
ellos y yo
a vivir del esplendor
cuando la luz se enciende
o cuando se derriten los corazones de oro
de los niños
que beben la leche negra del alba.

Sueños esmaltados. Robert Polidori




“No hay flor cuyo matiz no degenere
al pasajero sol que la esmaltó.
Tan sólo propia luz firmeza espere:
la perla de la mar se opaca y muere;
las de los cielos no…”


Nicolas Guillén




















































 Robert Polidori es un esplendido fotógrafo canadiense que tiene el particular talento de atrapar en su objetivo la decadencia del olvido,devolviendole la magia y la belleza de lo que esos espacios y lugares fueron. Estas pequeña muestra fotográfica forma parte de un trabajo que Polidori realizó en La Habana,"Moods of La Habana".

domingo, 13 de noviembre de 2011

Son de alma. Jose Lugo "El nene"

La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
Miguel De Cervantes Saavedra












domingo, 6 de noviembre de 2011

Tributo a una madre. Hermanos Abreu



Estaba entretenido mirando la foto de mi madre que colgaba en la pared.Sonreía.Como cuando me traía un poco de café y se sentaba a mi lado en el sofá, después de arreglarle cualquier cosa en la casa.La misma sonrisa,quizás del día que le puse losas en la cocina.Se entusiasmaba con todo lo que le hacía y me elogiaba hasta el cansancio.Es linda la foto.Un mechón de pelo le cae sobre las cejas y el ceño fruncido le hace arrugas en la frente.Al fondo unas carrozas.Es un retrato que recoge con delicadeza su intensa ternura.Saludó inclinando la cabeza,en el momento de tirar la foto.Tenía puesta una blusa azul muy sencilla.Las flores rosadas que la adornan,no sé por qué,me recuerdan al romerillo.Sobre el pecho tostado por el sol resalta la cadena de oro sosteniendo un extravagante crucifijo.La he colocado en el lugar preciso.Con sólo levantar la cabeza recuerdo como reía.Entonces me imagino las manos,unas manos frescas que la representaban,torpes,llenas de lunares,y los dedos gordos que terminaban en unas uñas mordisqueadas.En el altar,a los pies de la virgen,está un pedazo de la pulsera que heredó de su abuela Tata.Ni la fe de mi madre pudo evitarlo.Le he puesto flores,le gustaban las flores,el olor,lo inofensivas que se presentan.Siempre las flores atravesadas en el camino.Flores para cuando uno está enamorado.Flores para la boda.Flores para adornar las iglesias.Flores para las coronas.Las flores siempre marcando el principio de todas las desgracias.
Nicolás Abreu




Por la tarde convencí a mi madre para que me acompañara al estanco.Quería comprar cigarros,ahora estaba fumando Fortuna Lights.A pesar del frío,la tarde estaba de un azul que hería los ojos y no había viento,así que no me fue díficil,ya en el estanco,embullarla para seguir hasta la galería,pasear un poco y de paso comprar frutos secos y aceitunas aliñadas que la arrebataban.Mi objetivo era sacarla de la casa,hacerla caminar.Levaba semanas con uno de esos estados depresivos suyos,que eran para enloquecer a cualquiera.Yo ya no sabía que hacer,nada la entretenía,nada la sacaba de aquel letargo.Se pasaba el día echada en la cama,tapada de pies a cabeza con varias frazadas,y sólo se levantaba para ir al baño.Era terrible hacerla comer,a duras penas,haciendo mil muecas,tragaba algún bocado o tomaba un buchito de refresco.Cuando uno menos se lo esperaba rompía a llorar y nadie podía consolarla. Teníamos que esperar a que se le pasara.Había salido de Cuba hacía ya dos años pero no era feliz.Atrás dejó la casa dónde creció y donde nacieron sus hijos.Su ciudad era ahora una dirección en las cartas y ella no quería aceptarlo.También lo entendía.Sus hermanos todavía deambulaban por aquellas calles y le contaban de cosas que ella no podía remediar.Su mundo ahora estaba roto y disperso.Una parte seguía en Cuba,junto a sus muertos.El resto estaba regado por el mundo:tenía hijos en Miami,en California;en Costa Rica;y yo,el último en salir de Cuba,con ella,en Madrid.
José Abreu




Las conversaciones con la madre los regresaban siempre a la tierra natal.A él no le interesaban ya aquellos ejercicios nostálgicos,pero le seguía la corriente.La nostalgia era parte de la tranquilidad que disfrutaban.Una tranquilidad ganada gracias a la capacidad de pasar inadvertidos,gracias a una reclusión voluntaria.La felicidad se manifestaba sencillamente.Llegaba del trabajo,abría la puerta de la casa (siempre decían casa aquella aunque se trataba de un apartamento) y allí estaba ella sentada frente al televisor.Entonces sentía aquella extraña sensación de pertenecer.Y el tiempo empezaba a frenar cuando cruzaba el umbral.Le pasaba la mano por la cabeza al seguir el rumbo a la cocina.Su entorno y su propia vida adquirían un sentido que emanaba de su presencia.De que estuviera allí.
Juan Abreu




Estos tres fragmentos,pertenecientes al libro "Habanera fue",Muchnik Editores, forman parte de un tributo que los hermanos Abreu rindieron a su madre,fallecida en un fatal accidente en Miami en 1995.